Un panorama fragmentado de consumo de noticias

El fin de la influencia de los medios tradicionales parece inminente. En 2025, se prevé que estos medios pierdan aún más relevancia, mientras que la brecha en la percepción de la realidad entre los estadounidenses se amplía. Este fenómeno no solo afecta a la sociedad, sino también a la forma en que se consumen y difunden las noticias.

Un porcentaje significativo de estadounidenses ignora por completo las noticias o las consume esporádicamente a través de redes sociales como TikTok, X (antes Twitter) o YouTube. Este comportamiento refleja una desconexión creciente con los medios tradicionales, que ya no logran captar la atención de todas las audiencias.

La brecha entre quienes consumen medios tradicionales, los que se informan a través de influencers o redes sociales partidistas, y aquellos que apenas prestan atención a las noticias creará una escisión fundamental en cómo los estadounidenses ven el mundo.

La derecha ha construido un ecosistema informativo rentable y dinámico, apoyado por plataformas como Rumble, podcasters e influencers financiados por multimillonarios conservadores. Mientras tanto, los creadores progresistas a menudo operan con presupuestos limitados y carecen de respaldo significativo de multimillonarios que apoyen visiones más radicales, como el socialismo o la redistribución de la riqueza.

El auge de los influencers como fuente de noticias

Los influencers, sin ataduras a estándares éticos periodísticos o la objetividad, se posicionan como narradores persuasivos en redes sociales, abordando temas que resuenan con audiencias jóvenes. Promueven roles de género tradicionales, individualismo tóxico y políticas aislacionistas, alineándose perfectamente con figuras como Donald Trump.

Muchos jóvenes, enfrentados a dificultades económicas como la inflación o altos costos de vivienda, son atraídos inicialmente por contenidos sobre «cómo hacerse rico» (criptomonedas, dropshipping) y terminan expuestos a mensajes conservadores repetitivos. Este punto de entrada al ecosistema de desinformación es especialmente preocupante, ya que sienta las bases para una polarización aún mayor.

La desinformación y las percepciones erróneas

La desinformación no es nueva, pero su penetración es más profunda y divisiva que nunca. Ideas como que «Joe Biden es un reptiliano» o que «las escuelas permiten cambios de sexo secretos» están ampliamente aceptadas en ciertos sectores. Estas teorías conspirativas, aunque absurdas, han encontrado un terreno fértil en un entorno mediático fragmentado.

Además, mitos sobre inmigración o el crimen, aunque falsos, están profundamente arraigados en la psique colectiva estadounidense, lo que dificulta su erradicación. La persistencia de estas falsedades es un recordatorio de que la desinformación no es un problema de hechos aislados, sino de narrativas culturales profundas.

Una brecha informativa histórica

La fragmentación de la percepción mediática no es nueva. En el siglo XIX, la prensa negra surgió para contrarrestar la desinformación y el racismo en los periódicos blancos. Hoy, las audiencias negras siguen desconfiando de los medios tradicionales, que a menudo no cubren sus preocupaciones o las retratan negativamente. Los influencers negros han llenado este vacío, pero también difunden información errónea, perpetuando narrativas falses en sus comunidades.

La irrelevancia del concepto de «desinformación»

La investigación sobre desinformación ha identificado por qué se difunden las falsedades: apelación emocional, tribalismo partidista y amplificación algorítmica. Sin embargo, el enfoque en hechos aislados incorrectos ha demostrado ser insuficiente. El verdadero desafío es abordar las divisiones epistemológicas: las formas en que las personas construyen el conocimiento y la verdad.

Si no enfrentamos estas divisiones con la urgencia que merecen, estaremos atrapados en un ciclo permanente de gritos al vacío, incapaces de resolver nuestros mayores desafíos ni siquiera de ponernos de acuerdo sobre cuáles son.

Un llamado a la acción

Para evitar una sociedad aún más polarizada, los medios, académicos y líderes deben trabajar urgentemente en:

  1. Entender las narrativas culturales profundas: Identificar las historias y creencias que moldean la percepción colectiva.
  2. Reformular el rol del periodismo: Reconectar con audiencias diversas y representar sus realidades, no solo las de una élite urbana y liberal.
  3. Construir puentes informativos: Crear espacios de encuentro donde las diferencias puedan ser discutidas desde un terreno común de hechos.