La desconexión institucional y su impacto en la sociedad

La creciente desconfianza hacia instituciones de conocimiento como los medios de comunicación, la medicina y la educación superior se ha convertido en un problema central que debe ser abordado de manera urgente. La percepción de elitismo, desinterés por el público y autoindulgencia está erosionando el contrato implícito entre las instituciones y la sociedad: la confianza en que actuarán ética y responsablemente. Este fenómeno no es exclusivo de un sector o país, sino que refleja una tendencia global que cuestiona la legitimidad de quienes ostentan el conocimiento y la autoridad.

En 2025, solo el 31% de los adultos en EE. UU. confían mínimamente en los medios tradicionales, lo que evidencia una brecha de credibilidad sin precedentes.

La crisis de confianza se manifiesta en cifras alarmantes. En el caso de la medicina y la educación superior, la gestión inconsistente de la pandemia y las polémicas en campus universitarios han dañado severamente su credibilidad. Las decisiones percibidas como desconectadas de las necesidades del público han alimentado la desconfianza y, en algunos casos, han dado lugar a movimientos de resistencia, como los antivacunas o el escepticismo hacia las instituciones académicas.

El origen del problema: instituciones desconectadas

La raíz de esta crisis no es meramente política ni se limita a un sector específico; tiene su origen en la percepción generalizada de que estas instituciones son elitistas y alejadas de la realidad. Estudios recientes destacan que profesionales como periodistas, médicos y académicos son vistos como figuras que priorizan sus intereses sobre los del público. Además, la autenticidad que antes se daba por sentada ahora es cuestionada frente a nuevas figuras como influencers, podcasters y políticos, quienes proyectan una conexión más cercana y emocional con sus audiencias.

Las redes sociales han jugado un papel clave en este cambio, amplificando voces que desafían el conocimiento establecido. Influencers de bienestar o figuras controvertidas ofrecen mensajes más accesibles y emocionales, a menudo eclipsando a los expertos tradicionales. Este fenómeno ha llevado a las instituciones a un desafío doble: no solo deben demostrar su competencia, sino también su autenticidad y accesibilidad.

Casos concretos de pérdida de confianza

En el ámbito de la medicina, las contradicciones en las guías de salud pública durante la pandemia han debilitado la credibilidad de los médicos. Esto ha alimentado movimientos antivacunas y resistencia a otras intervenciones de salud pública. En la educación superior, la percepción de que las universidades priorizan su imagen sobre el diálogo abierto ha provocado un aumento del escepticismo hacia su misión educativa. En el periodismo, la cobertura electoral en EE. UU. ha sido criticada por no abordar adecuadamente el aumento del apoyo a Trump, lo que ha generado una mayor polarización y pérdida de credibilidad entre lectores de diversas afiliaciones políticas.

El camino hacia la reconstrucción de la confianza

Resolver esta crisis llevará tiempo, pero existen medidas concretas que las instituciones pueden tomar para avanzar. Primero, deben revisar su enfoque hacia la autenticidad, siendo más transparentes sobre sus procesos y decisiones. Segundo, es crucial promover un diálogo bidireccional, escuchando activamente a sus audiencias y permitiendo que las críticas influyan en sus prácticas. Tercero, deben adoptar narrativas accesibles, comunicando el conocimiento de manera clara y atractiva. Finalmente, es esencial fomentar la diversidad de voces dentro de las instituciones para reflejar mejor las experiencias del público.

La reconstrucción de la confianza no es un proceso rápido, pero es fundamental para asegurar la relevancia de las instituciones en una sociedad que exige más transparencia y conexión.

Conclusión: aceptar la realidad como primer paso

La crisis de confianza que enfrentan las instituciones de conocimiento no desaparecerá rápidamente, pero el reconocimiento del problema es un paso crucial. En 2025, es hora de abandonar las excusas y confrontar la realidad: la confianza se gana mediante acciones genuinas, diálogo y una autenticidad que resuene con las personas. Solo así estas instituciones podrán reconstruir su relevancia y credibilidad en una sociedad que exige más de quienes dicen tener el conocimiento y la autoridad.