En un entorno donde la inmediatez y la presión por la noticia son constantes, el periodismo enfrenta un desafío que va más allá de lo profesional: el bienestar emocional y mental de quienes lo ejercen. Integrar prácticas de apoyo emocional y fomentar la resiliencia colectiva en las redacciones no es solo una necesidad, sino una responsabilidad. Aunque escuchar y comunicar son habilidades esenciales en esta profesión, rara vez se aplican hacia dentro, hacia los propios periodistas. Es hora de que esto cambie.
La epidemia de salud mental en el periodismo
La necesidad de apoyo mutuo en el periodismo es más crucial que nunca. Según un informe de PEN America, los periodistas prefieren buscar apoyo en colegas que entienden los desafíos únicos de su profesión. Las altas tasas de estrés ocupacional, el burnout y la exposición constante a temas traumáticos exigen respuestas estructuradas y permanentes.
Las conversaciones superficiales en la oficina no son suficientes. Se necesitan espacios regulares y seguros para compartir preocupaciones, donde los colegas se sientan vistos y escuchados.
Modelos efectivos de apoyo entre pares ya están demostrando su valor. Grandes medios como la BBC, Reuters y The Washington Post han implementado programas donde periodistas entrenados actúan como puntos de contacto inicial para colegas que buscan apoyo. Estas redes incluyen formación en primeros auxilios psicológicos y gestión de riesgos traumáticos, supervisados por expertos externos.
Además, equipos pequeños pueden reunirse regularmente para discutir desafíos en conversaciones facilitadas, lo que ayuda a canalizar emociones y buscar soluciones colectivas. Un caso destacado es Alharaca, un medio feminista en El Salvador, que realiza sesiones quincenales guiadas por un terapeuta desde hace 18 meses.
El rol del «escuchar activo»
Escuchar de manera activa implica una atención profunda, empática y sin juicios, enfocada en comprender y validar las emociones del otro. Sin embargo, superar la barrera del «estoy bien» es un desafío. Muchas personas ocultan sus luchas internas por miedo a ser vistas como débiles. Por eso, las iniciativas de apoyo deben ir acompañadas de acciones que eliminen el estigma y fomenten un ambiente seguro.
Transformar la cultura de las redacciones es fundamental. Institucionalizar programas de apoyo emocional como parte central de la estructura organizacional es un paso clave. Facilitar reuniones 1:1 con gerentes que prioricen el bienestar de los empleados también puede marcar la diferencia. Además, visibilizar experiencias compartidas, como testimonios de colegas que han enfrentado desafíos similares, ayuda a normalizar las conversaciones sobre salud mental.
Reuters, por ejemplo, comparte testimonios de sus empleados en blogs internos, mostrando que nadie está solo en sus preocupaciones.
En conclusión, al priorizar la escucha interna y fomentar estructuras de apoyo mutuo, las redacciones pueden crear entornos donde los periodistas no solo sobrevivan, sino que prosperen. Esto no solo mejora la calidad del trabajo, sino que refuerza la sostenibilidad del periodismo como profesión en un mundo cada vez más complejo y desafiante. Escuchar es la clave para reconstruir la resiliencia colectiva y proteger los valores fundamentales de la profesión.